A través de un relato basado en un testimonio real y, por tanto, simple, sincero y directo, Jose así, sin acento en la e- nos cuenta un período particularmente complicado de su vida. Relato simple, pero que no escapa a las complicaciones de la existencia humana y que a veces se llena de rudeza y crueldad. La transformación íntima de nuestro personaje se descubre a nosotros sin ningún pudor a partir de sus diferentes vivencias y experiencias: descubrimiento del amor después de una larga soledad, enfrentamiento a enfermedades psicológicas y de transmisión sexual, crisis laborales y artísticas, entre otras. Esta autobiografía escénica sirve al actor y director para experimentar el monólogo alejado de las convenciones y estereotipos que han empezado a fijarse en este género teatral. Una exploración profunda de las posibilidades del cuerpo y de la voz de un intérprete que no es ni bailarín ni cantante, pero que descubre que la sinceridad y simpleza del relato sólo puede ser explorada a través de una investigación profunda de estos elementos expresivos sirviéndose de diversas técnicas de la danza y del canto.
Un espacio vacío, sólo interrumpido por un piano, dos sillas y una mesa, servirá a nuestro intérprete para pasearse por los intrincados laberintos de esta historia contada, sin embargo, de manera muy simple. Toda la escenografía consistirá en esas dos sillas y el piano. Una iluminación simple pero eficaz dará un juego de luz y sombra que acentuará el carácter contradictorio del personaje. Un pianista acompañará musicalmente esta historia y se interpretarán piezas de Kurt Weill, Jacques Brel, Tina Charles, Zazie, Madonna, etc., en una especie de contrapunteo que nos interrogará sobre la relación entre la vida y las letras de las canciones. ¿Es que las letras reflejan nuestra vida, o es que nuestra vida es influenciada por las letras? Una posible reflexión sociológica sobre el comportamiento humano y la influencia de la canción popular. Nuestro intérprete se acercará a la existencia de un homosexual y su vivencia con el rechazo social, el sida, la promiscuidad, pero también con la ternura, el amor y la solidaridad.
Un espacio vacío, sólo interrumpido por un piano, dos sillas y una mesa, servirá a nuestro intérprete para pasearse por los intrincados laberintos de esta historia contada, sin embargo, de manera muy simple. Toda la escenografía consistirá en esas dos sillas y el piano. Una iluminación simple pero eficaz dará un juego de luz y sombra que acentuará el carácter contradictorio del personaje. Un pianista acompañará musicalmente esta historia y se interpretarán piezas de Kurt Weill, Jacques Brel, Tina Charles, Zazie, Madonna, etc., en una especie de contrapunteo que nos interrogará sobre la relación entre la vida y las letras de las canciones. ¿Es que las letras reflejan nuestra vida, o es que nuestra vida es influenciada por las letras? Una posible reflexión sociológica sobre el comportamiento humano y la influencia de la canción popular. Nuestro intérprete se acercará a la existencia de un homosexual y su vivencia con el rechazo social, el sida, la promiscuidad, pero también con la ternura, el amor y la solidaridad.
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